Cuando Prometeo arrebató el fuego del Olimpo para entregarlo a los hombres, Zeus juró tomar cumplida venganza. El astuto Zeus decidió crear una hermosa doncella destinada a casarse con Prometeo y perderlo. Utilizando agua y tierra como ingredientes, Zeus y su hijo Hefestos, el dios herrero, modelaron una hermosa doncella, que fue la primera mujer. Para hacerla más atractiva, cada uno de los dioses restantes la dotaron de alguna cualidad especial: la gracia, el encanto, el ingenio, la armonía...Como todos los dioses derramaron sus dones sobre ella, recibió el nombre de Pandora, que significa "todos los dones".
Un día Zeus llamó a Pandora y le entregó una misteriosa arquilla, diciéndole: "Te hemos elegido para esposa de Prometeo. Irás a La Tierra y te presentarás a él como un regalo mío. Llevarás contigo esta caja, que debe permanecer cerrada a toda costa."
Con estas palabras, Zeus despachó a Hermes, mensajero de los dioses, para que acompañara a Pandora a la La Tierra.
Una mañana llamaron a la puerta de Prometeo. Cuando el titán la abrió, halló erguida ante él a la más hermosa y adorable criatura que habían visto sus ojos. Llevaba en la mano una caja de aspecto singular.
-Soy Pandora- dijo la recatada doncella- y vengo aquí como regalo del mismo Zeus.
Deslumbrado por su belleza, Prometeo ya se disponía a aceptarla, cuando la razón le dijo que aquello era una treta del astuto Zeus. En consecuencia, la devolvió al Olimpo, con gran disgusto del padre de los dioses.
Zeus decidió llevar a cabo un segundo intento y ordenó a Hermes que condujera a Pandora a casa de Epimeteo, hermano de Prometeo. El irreflexivo Epimeteo, cuyo nombre significa " reflexión tardía" , quedó tan cautivado por Pandora que desechando toda prudencia, consintió en tomarla por esposa.
A Pandora y a su marido les intrigaba muchísimo el secreto que encerraba la famosa caja. Un día, incapaces por más tiempo de refrenar su curiosidad, la abrieron y miraron en su interior, con la esperanza de hallar un tesoro. Pero de ella se escapó un negro enjambre de monstruos y diablillos, junto con todos los males que a partir de entonces afligirían a los dioses.
Horrorizada, Pandora trató de cerrar la caja, pero ya era demasiado tarde. Únicamente quedaba en ella un espíritu, la Esperanza, que es cuanto resta para consolar a los hombres en los tiempos de desgrácia y aflicción.
Pero Zeus aún no se había vengado de Prometeo. Lleno de impaciencia, hizo prender al titán y encadenarlo a una cumbre rocosa del Cáucaso. Dos gigantes, ayudados por Hefesto se apoderaron de Prometeo, lo cargaron de cadenas y se lo llevaron a la altiva cumbre.
Allí quedó tendido Prometeo, desvalido y encadenado a la roca. Todos los días, antes de la puesta de sol, un enorme buitre se abatía sobre él para devorarle las entrañas. Pero a la mañana siguiente, éstas se le habían formado de nuevo. Este espantoso tormento continuó día tras día, año tras año, pero Prometeo aún se negaba a acatar la voluntad de Zeus. Y así el gran amigo de los hombres se vió condenado a sufrir un eterno tormento, encadenado a la roca y siendo presa del devorador buitre.
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