Las gentes avanzaban con paso medroso y hablaban en susurros por las calles de Ferea, ciudad de la Tesalia. El ágora o plaza pública, por lo general tan bulliciosa y concurrida, estaba entonces vacía y callada. Pero frente al palacio general se habían reunido multitud de ciudadanos, los cuales esperaban ansiosamente conocer noticias sobre el estado del rey.
Pues ha de saber el lector queAdmeto, rey muy querido de Ferea, se hallaba gravemente enfermo y su estado empeoraba de día en día. Los mejores médicos del rey fracasaban en sus intentos por detener los avances de la cruel enfermedad.
Finalmente cuando el rey ya se hallaba al borde de la muerte, Apolo, que le profesaba gran amistad, voló al Olimpo para interceder personalmente ante Júpiter por el rey.
-Solo una condición- contestó Júpiter..."alguien tiene que reemplazarlo"; cuando otra persona se ofrezca a morir en su lugar, devolveré la salud al rey.
Regresó al instante Apolo al palacio del rey, donde encontró a los ancianos padres del monarca, sus deudos, cortesanos y generales, impetrando a los dioses su curación. Pero cuando Apolo les expuso la condición impuesta por Júpiter, todos se retiraron amedrentados. Ninguno de ellos quería morir en lugar del rey.
Los ancianos padres gritaron:
-¡Nos quedan muy pocos años de vida y no podemos renunciar a ellos!.
Después, Apolo apeló a los cortesanos, a los soldados, a los servidores, sin lograr persuadir a ninguno.
Nadie quería cumplir el juramento que había prestado de morir por su rey.
Cuando Apolo, entristecido,se disponía a abandonar el palacio, una mujer se acercó a él con paso firme.
-No busques más- le manifestó con voz resuelta.....-Yo, Alceste, ocuparé el lugar de mi marido.
Apolo se quedó consternado al ver quien era, intentó disuadirla por todos los medios..pero todo fue en vano. La reina se dispuso a ocupar el lugar de su marido moribundo.
Y a medida que mejoraba el estado del rey, iba languideciendo la reina; pronto esta estuvo en el trance de morir.
Aquella noche Tánatos, La Muerte, apareció rondando el palacio con su negra sombra.
Pero cerca de allí se encontraba Hércules, al que los ciudadanos pusieron al corriente del sacrificio de Alceste, y el héroe como tal no permitió que ocurriese aquella desgracia.
Ya entrada la noche se dirigió al palacio y allí esperó a Tánatos, cuando La Muerte se inclinó sobre Alceste para ordenarle que la siguiera, una mano poderosa la apartó a un lado no pudiendo emitir orden alguna, con lo cual la reina se salvó.
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