domingo, 14 de octubre de 2012

Endimión y la diosa de la Luna

Endimión y la diosa de la Luna

A veces cuando hay luna llena la sombra de una hermosa mujer cruza el disco plateado, con una mano sujeta a una traílla de perros de caza.
Es Diana, diosa de la luna, protectora de las castas doncellas, y patrona de la caza.
Muchos dioses inmortales requirieron de amores a la bella Diana, pero ella, fría y altiva, rechazó siempre a sus pretendientes. No otorgó sus favores a ninguno de ellos, castigando en cambio duramente a quienes se mostraban demasiado osados o temerarios.
Sin embargo, Diana también sucumbió una vez a las flechas de Cupido. Su corazón no se prendó de un dios ni de un príncipe, sino de un joven pastor llamado Endimión, el cual la cautivó completamente.
Vio por primera vez al bello pastorcillo una noche, cuando cruzaba por encima de los prados del monte Latmos. Volvió noche tras noche para verlo, contemplándolo extasiada cuando él dormía apaciblemente en la hierba junto a sus ovejas.
Una de aquellas noches descendió al prado y besó suavemente al pastorcillo; pero éste no llegó a despertarse, ni después sospechó que había tenido una diosa a su lado.
A medida que pasaba el tiempo, sus visitas se hicieron más frecuentes.... a veces  se olvidaba de efectuar su viaje regular por los cielos, otras veces abandonaba el carro e iba a verlo, y así fue que el mundo se veía más triste y oscuro sin la claridad plateada de la luna,
Sus repetidas ausencias del cielo, llamaron la atención de los demás dioses, éstos se lo contaron a Júpiter, el cuál ordenó que la siguieran hasta averiguar la razón de tal conducta.
Una noche la encontraron embelesada al lado de su pastorcillo, y entonces de nada valieron sus lamentos ni su declaración de amor por aquel humano....Júpiter se mostró inflexible, le recordó a Diana su voto de castidad y le prohibió a Diana que volviera a tener ese tipo de conducta con humanos.
En cuanto al pastorcillo, le dio a elegir entre la clase de muerte que quisiera o la juventud eterna, sumido en un sueño del que jamás despertaría. Endimión optó por la segunda salida, y acto seguido Júpiter hizo que descendiera sobre el joven pastor un sueño eterno.
De vez en cuando la diosa de la luna se olvida de la prohibición de Júpiter y contempla al pasar al pastorcillo dormido en una de las laderas del monte Latmos...pero nada puede arrancar de su profundo sueño a Endimión, el pastor que fue amado por una diosa.

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