La fundación de la poderosa ciudad de Roma, que se convirtió en el centro de uno de los mayores imperios del mundo antiguo, hállase estrechamente relacionada con las proezas realizadas por los descendientes de Eneas.
De su biznieta Rea Silva y del dios Marte nacieron dos hermanos gemelos, Rómulo y Remo, uno de los cuales estaba destinado a fundar la urbe.
La familia de Rea Silva había perdido su derecho al trono, pero aún gozaba de cierto favor entre el pueblo.
La oligarquía reinante, a fin de apartar definitivamente la amenaza que Rea Silva representaba contra su poder, ordenó que ella y sus hijos fueran ahogados en el río Tiber.
Pero la fortuna favoreció a los gemelos. Su cuna embarrancó en las orillas del río, donde la encontró una loba. Esta se llevó a los tiernos infantes a su guarida, y allí los amamanto junto a sus propios lobeznos. Fue allí también donde un hombre llamado Faustolo, pastor del rey de Alba, encontró un día a las dos criaturas, de aspecto feroz y ropas desgarradas. Las envolvió en su manto y las condujo en secreto a su casa, donde los gemelos crecieron como si fueran hijos suyos.
Pasaron veinte años. Rómulo y Remo, convertidos en gallardos mancebos, salieron a buscar fortuna y terminaron fundando una ciudad, a orillas del Tiber. Pero cuando trataron de ponerle nombre, sobrevino una gran disputa, pues ambos querían ponerle el suyo... y la pelea acabó con la muerte de Remo a manos de Rómulo.
Para aumentar la reducida población de Roma, ciudad que bautizó con su nombre, Rómulo abrió sus puertas a criminales y fugitivos. Como en la ciudad había pocas mujeres para tantos hombres, Rómulo permitió que ellos raptaran a las sabinas, efectuando incursiones entre las tribus vecinas.
Para libertar a sus hijas apresadas por los romanos, los sabinos atacaron a la ciudad. Pero las sabinas habíanse adaptado ya a las costumbres de sus raptores, y suplicaron a sus padres que firmaran un tratado con Roma que pusiera fin a la guerra y uniera a romanos y sabinos en una sola nación.
Rómulo se convirtió en rey de la nueva nación y ocupó el trono durante treinta y siete años, hasta que Marte, su divino padre descendió del Olimpo y se lo llevó en su carro, poniendo fin de ese modo a su reinado terrenal.
Los romanos elevaron entonces a Rómulo al panteón de sus divinidades, fundando un poderoso imperio en su nombre.
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