Los dioses que habitaban en el Olimpo, enseñaron a los hombres muchas artes y técnicas maravillosas, como la pintura, la escultura, el arte de tejer e hilar... Jamás un mortal se había atrevido a desafiar a los dioses, nadie osaba considerarse superior a ellos; pero un día una mujer se consideró más diestra que la misma Atenea.
Sucedió un día en Colofón, una ciudad griega en la que vivía un famoso artesano que aplicaba con arte incomparable la púrpura real a los mantos; este maestro tenía una hija cuyo talento era aún mayor que el del padre, pero en el arte de hilar...se llamaba Aracné, y cuando acariciaba con sus dedos el telar, los hilos se entretejían en dibujos maravillosos e intrincados.
Durante todo el día la rueda de tejer zumbaba y cantaba en su aposento, creando obras de una belleza arrebatadora, que confirieron a Aracné fama de ser la mejor tejedora del mundo.
Pero con su fama creció, su vanidad, hasta que llegó a jactarse abiertamente de que su talento sobrepasaba al de la misma Atenea, diosa y patrona de las bellas artes. Cuando la diosa se enteró de las arrogantes palabras, montó en cólera. Descendió velozmente a la tierra y se dirigió a casa de Aracné, donde se hizo invisible para entrar en el obrador de la doncella y ver cómo esta trabajaba.
Sus dedos eran tan alados, tan irreprochables su labor y sus dibujos, que hasta la propia diosa tuvo que admitir que Aracné poseía una destreza incomparable. Pero al contemplar la obra que en ese momento tejía la doncella, en un acceso de celos, se despojó de su disfraz y se presentó ante los ojos de la sorprendida doncella y le dijo:
-¡Vana criatura- exclamó- que te alabas de ser superior a los dioses! ¡Ya veremos quién vale más, si tú o yo!
Entonces ambas empezaron a competir; Aracné representó en su obra una leyenda de amor entre los dioses del Olimpo, la tejió con hermosos y radiantes colores, hasta hacerla resplandecer cual si poseyera vida propia. Pero Atenea entretejió todos los colores del arco iris, representando en el dibujo la majestad del Olimpo y la vida en la celestial mansión; tan deslumbradora era esta obra, que brillaba con el resplandor de un millar de soles. La obra de Aracné era centelleante, pero la de Atenea resplandecía mucho más.
Casi cegada por la magnificencia del tapiz que había tejido la diosa, Aracné, tuvo que cubrirse el rostro con las manos, admitiendo de tal modo su derrota.
Por haber osado desafiar a los dioses , joven altanera- dijo Atenea-correrás una suerte singular. Ya que tan bien hilabas y tejías, así continuarás haciéndolo... como una bestia inmunda que se arrastra por los suelos. Y tocando a Aracné con su varita mágica, Atenea la transformó en araña.
Incluso hoy, oculta en los rincones oscuros, la araña teje su tela con hilos que extrae de su propio cuerpo.
En recuerdo de aquél desafío a Atenea, los griegos llamaron a la araña "aracné".
Esta imagen se puede ver frente a la vieja facultad de Farmacia de Valencia,,,,es una preciosa imagen de Atenea o Minerva (según hablemos del mundo romano o del mundo griego).
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